miércoles, 8 de julio de 2009

Chantal Maillard


Nuestra sociedad enseña la competitividad porque en ello radica la condición del mantenimiento de su economía; un tipo de sistema, el del consumo, que necesita fomentar la rivalidad entre los individuos (que deben, por ello, seguir siendo individuos y no pueblo) ya que se nutre el deseo, del deseo del deseo del otro, un entramado que, valiéndose de la reciprocidad, se sostiene, en última instancia, en el vacío. ( pág.31-32)


Entiendo la cultura de la globalización como una cultura kitsch. Una cultura que lo fagocita todo y lo devuelve empequeñecido, degradado, trivializado. Se adueña de las formas y las devuelve simplificadas, estereotipadas, serializadas.

Vivimos inmersos en el artificio, la artificiosa representación de lo que en otras épocas era genuino. (pág. 34-35)


El individuo kitsch busca el agrado porque es esencialmente inseguro y dependiente. La elaboración de productos que eleven o mantengan alerta el nivel de conciencia es por ello, contraproducente. Por el contrario, se fomentará la mediocridad en todos los dominios, especialmente en los medios de comunicación de masas, a fin de mantener las exigencias bajo mínimos. “Reduce a kitsch y vencerás” es el lema de la militancia empresarial. (36)


Volver a escuchar el sonido de las cosas. Reaprender el mundo mediante el oído. (38)


Urge formar criterio. No es tiempo de bálsamos. Es tiempo de devolver al arte lo que es del arte y al mercado, lo que no lo es. (60)


Chantal Maillard
Contra el arte y otras imposturas
Ed. Pre-Textos 2009





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